viernes, 5 de abril de 2013

Black Mirror: segundos reflejos



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Si la Alicia de Lewis Carroll viviera en la época actual no se dedicaría a atravesar espejos situados sobre chimeneas. Se sentaría en el salón y encendería su iPad convirtiendo el reflejo de la pantalla en una ventana hacia un mundo digital poblado de seres más retorcidos que los de la fantasía literaria. Y probablemente, si el propio Carroll hubiese sido un habitante del universo de Black Mirror, un equipo de la policía habría derribado su puerta con un ariete una madrugada, confiscado su disco duro y acusado de pedofilia al escritor, por mucho que él intentase convencer a las autoridades de que aquellos jotapegés de niñas desnudas eran de lo más trendydurante la época victoriana.
Black mirror o el futuro imperfecto reflectado en tonos oscuros en las pantallas de tablets, teléfonos, televisores, ordenadores y cualquier engendro electrónico. Pulsar el botón de apagado y descubrir nuestra cara boba reflejada en un cristal negro tras pasarnos horas chateando, revisando el cargamento de dvdrips, actualizando nuestra imagen en las redes sociales o dando por concluida la tarde de mantita y porno. Twitter, facebook, Meetic, Badoo, nuestro mundo condensado en una red de nombre ridículo, nuestras fotos en el baño en plano picado con 18 filtros de Instagram. Hoy, nuestro día a día ya es digital. Nuestra vida es digital. Estáis leyendo una revista digital.
La serie del mediático Charlie Brooker (para un repaso de su obra y milagros mejor asomarse a la entrada dedicada a la primera tanda de episodios) arrancó con una temporada de duración escasa, limitada a tres capítulos y apoyándose en esa cacerola, donde en ocasiones se cocinan piezas fabulosas, que es el formato deTales of the unexpectedCuentos asombrososThe twilight zone o Historias de la cripta. Renunciando a la imagen del presentador como hilo conductor y al efectismo de cruzar a los personajes de las historias (aunque en el tercer capítulo de la segunda temporada se hace una mención fugaz a un evento ocurrido en el primer episodio de la primera temporada) e incluso situando la acción en diferentes realidades paralelas que aun así comparten silicio tecnológico como hilo conductor.
El primer capítulo de aquella propuesta se presentó a gritos golpeando sobre la barra con algo que no era el puño, el segundo saltaba a un mundo ciclovelocista-esclavista de concursos televisivos donde Orwell estaría muy preocupado de su lista de logros en la Xbox y el tercero era un mazazo tan elegante como rotundo. La propuesta cosechó fans y debate de opiniones: defender el segundo capítulo o acusarlo de ser la lana negra, adorar la idea de Brooker u odiarlo por cansino, celebrar que Robert Downey Jr hubiese comprado los derechos del tercer capítulo para convertirlo en película o recordar que ese redondo Toda tu historia era el único cuento oscuro que no había salido de la pluma del creador de la serie. Muy bien todo. Una cosa estaba clara, su pesimismo palpitante dejaba poso y la serie espesaba su leyenda destacando entre las propuestas de parrilla de las pequeñas pantallas. Es posible que el hecho de que en la serie un primer ministro se follara a un cerdo también ayudara un poco. Pero lo único que parecía realmente importante era lo sugerente de aquel experimento y la duda de si se atreverían a continuar por la senda. Y a principios de este año un maravilloso trailer en Channel 4 anunciaba el retorno. Se estrenan otros tres capítulos a modo de segundo asalto, siguen antojándose escasos pero se reciben con agrado.
Se advirtió al hablar de la primera temporada: lo mejor es llegar a Black Mirror descontaminado, sin saber nada de la trama. Pasar de este texto e invertir el tiempo en la serie. Al espectador de la segunda entrega probablemente no haga falta la señalización; si está aquí es porque algo le ha llamado la atención de aquellos tres primeros chupinazos de ardor tecnológico y ya sabe dónde está la gracia. Al que se asome por primera vez al retorcido mundo de Brooker será mejor recomendarle empezar por los tres anteriores, son una estupenda carta de presentación.
Y antes de nada, advertir que en esta ocasión el repaso a las entregas va a incluir una macedonia de SPOILERS importantes. Hagámoslo más fácil para todos.
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Capítulo 1: Ahora mismo vuelvo
Guión: Charlie Brooker
Director: Owen Harris
Lo previsible era inaugurar la segunda temporada con una historia de mala baba como aquella El himno nacional. Lo menos esperado era que la nueva historia firmada por Brooker recogiera el testigo de Tu historia completa y se centrara en la pequeña escala y en la capa intimista trasladando el escenario a un entorno alejado de esas urbes que son constantes en los futuros imaginados.
Martha y Ash son una joven pareja que se muda a un ambiente más rural. Él es un tipo que vive demasiado atrapado por las redes sociales pero deja de hacerlo (lo de vivir, a grandes rasgos) a poco de empezar el capítulo a causa de un accidente de tráfico. A ella una persona le insinúa que hay una forma de sobrellevar la muerte del compañero con más facilidad: a través de una espeluznante versión de ouija digital que parte de un concepto base fabuloso. La aplicación simula al ausente a través de todo el rastro que este ha dejado en internet. Los perfiles sociales, los comentarios, los emails. Las interacciones virtuales y la imagen proyectada al mundo tejen un compañero de chat que hace de parche suplantador de la persona. Hay un punto siniestro e inteligente: las huellas digitales siempre reflejan cómo queremos que nos vean, nuestra realidad maquillada y el postureo social, pero nunca realmente a la persona que se esconde detrás.
Martha comienza ese contacto simulado con el más allá chateando, pero el guión tiene guardadas sorpresas que en algún momento amenazan con convertir la suspensión de la incredulidad del espectador en un amortiguador de gelatina. Aun con esos riesgos la historia funciona, se avanza hasta un estado físico y de paso se modela el compañero fotocopia y el consolador perfecto; tétrico sí, pero funcional y tristemente eficaz en comparación.
Hasta que ella comienza a descubrir que ese remedio tiene más de pesadilla que de alivio.
Primer capítulo y primera alegría al comprobar que bastante hay que agradecer al retorno. Estupenda la fotografía de delicada luz campestre y el tono general, correctos y de refinada discreción los FX que insinúan ese futuro de lienzos informáticos, convincente la protagonista, fascinante la idea. Y estupendo el camino; a medida que el capítulo avanza se empieza a temer que el guión esté planeando permitirse un Shyalamanazo loco, como por ejemplo que se descubra que la propia Martha es desde el principio otro clon de naturaleza robótica, o que la escena de pelea no consumada remate con un golpe y un aborto poniendo el lazo negrísimo a la historia con un fantasma destrozando lo único vivo que quedaba de la persona. Pero Ahora mismo vuelvo parece pasearse por el filo de insinuar probables desvíos siendo consciente de ellos hasta que decide esquivar todo giro brusco y toda sorpresa inesperada optando muy elegantemente, y aunque no sea evidente a primera vista, por la mejor manera de cerrar el episodio, la más coherente.
Tiene un par de momentos geniales, por un lado el mencionado desenlace relegando las esperanzas y el recuerdo a un desván donde tiempo atrás se escondieron fotos por motivos similares. Y por otro aquella escena en la que el falso Ash encuentra la instantánea de aquel Ash joven y no puede apreciar que la imagen esconde una sonrisa falsa, una realidad impostada, un día detrás de aquella fotografía que él no ha vivido. “Funny” le dice a su compañera, y es entonces cuando Martha comprende de golpe que esa palabra basta para destrozar, dilapidar y enterrar por completo cualquier esperanza que pudiera tener de recuperar a la persona. Lo que está ante ella es un eco vacío, imperfecto en su perfección.
Los reflejos:
— Las migas de pan que esparcimos por la red. Nuestro propio rastro y su posible naturaleza eterna. Dentro de más o menos tiempo todos estaremos acomodados un par de metros bajo tierra y nuestra herencia de fotos de discoteca, likes y dislikes, comentarios de sarcasmo de mercadillo, y poses virtuales seguirán flotando almacenadas en algún servidor del otro lado del mundo formando un puzle absurdo de lo que pretendimos ser, un rompecabezas que de ser rescatado por algún conocido resultaría un chiste artificial.
Ser plenamente conscientes de que nuestro legado eterno a la era digital corre el riesgo de ser una sarta de tonterías. Quizá nos lo merecemos.
— Esta web, que asegura que seguirá tuiteando por ti si te da por irte de regata con Caronte. Parecía un viral de la serie, pero alguien susurra que simplemente se aprovechan del momento.
el oso blanco
Capitulo 2: Oso blanco
Guión: Charlie Brooker
Dirección: Carl Tibbetts
El anterior capítulo iba con calma, este empieza a la carrera y sigue así durante todo el trayecto. Se aferra al recurso de situar al espectador al nivel de la protagonista amparándose en la amnesia, situándolo todo en la casilla de salida sin más pistas que las presentes: un despertar incómodo, indicios de un suicidio fallido, un presunto hogar y un logotipo de píxeles toscos en una televisión encendida. Investigar el exterior resultará más inquietante, un entorno extraño plagado de gente muda que graba móvil en mano el desconcierto de la protagonista. Oso blanco muestra sus cartas rápidamente al soltar a los cazadores: estamos ante una carrera de supervivencia. Una carrera en la que hay pocos corredores y mucho espectador grabando los sangrientos acontecimientos constantemente con una envidiable amoralidad. El porqué y el resto de dudas que van brotando tienen aspecto de interrogantes que, suponemos, dejarán de serlo en la meta.
Oso blanco utiliza de motor la acción, la propia huida, en lugar de las emociones de los personajes, de ahí que la protagonista sea poco más que un pedazo de carne sollozante (Lenora Crichlow está muy bien, pero la naturaleza de su papel no le deja más terreno que pillar la autopista del grito y acelerar a fondo) y que los secundarios (entre los que encontramos a una guapísima Tuppence Middleton y a un Michael Smiley postSpaced con la dentadura en su sitio) no presenten ningún otro interés que conseguir algo o llegar a algún sitio. Villanos caminado sobre la alfombra del cliché de cine de terror, un personaje muy optimista armado con un cuchillo de cocina eléctrico y la sensación, una vez rebasada la mitad del episodio, de que lo que nos están contando no va a ser tan memorable. Sí, pero no. Oso blanco flojea bastante, pero el final lo redime levemente. En sus últimos minutos el propio episodio se fuma todo lo que nos había contado antes y convierte la persecución en un Gran hermano cruel y justiciero, con la siempre golosa propuesta de presentar a un público casi tan cruel como el ajusticiado. El show de Truman tropezando con Blanco humano y con un space invader como bandera de salida, el concepto de silla eléctrica en loop continuo encontrando franja horaria en la parrilla de la programación. No está mal, pero es el capítulo más flojo del trío y parte de la culpa la tiene el apoyarse por completo en la revelación final. Su mayor logro es paralelo, conseguir que lo más aterrador sea ese público silencioso que apunta a la protagonista con cámaras del móvil sin decir una palabra. Y de todos modos, los mejores momentos están escondidos entre los títulos de crédito y adoptan la forma de unas fabulosas escenas entre las bambalinas de la historia que de nuevo siembran la duda (¿un parque temático?) y rematan con un genial punto de humor macabro en las directrices enumeradas por Smiley.
Los reflejos:
— Esas personas que cuando un niño se cae accidentalmente al foso de los leones del zoo o cuando su compañero de trabajo en la carpintería decide tricotarse el brazo resuelven que lo mejor que pueden hacer es sacar el móvil y grabar todo el asunto pensando en el éxito que tendrá tan jocoso accidente en el escaparate de Youtube.
— Muamar el Gadafi, apaleado y linchado hasta la muerte por sus captores en 2011 bajo algunas decenas de teléfonos móviles con el REC en marcha. El gobierno provisional libio lanzó versiones oficiales que aseguraban que el fallecimiento se había producido en una ambulancia o durante un intercambio de opiniones y balas más formal, pero un montón de vídeos y fotografías digitales de mano de la propia turba que lo zarandeaba tardó poco tiempo en desmentir aquellas versiones.
Black+Mirror+-+The+Waldo+Moment
Capítulo 3 : El momento Waldo
Guión: Charlie Brooker
Dirección: Bryn Higgins
Hay pocas cosas que le resulten tan tentadoras a Brooker como la sátira política. Lo dejó bien claro sobre el papel como columnista cafre y en la pantalla durante la primera temporada de la serie, pero por si quedaba alguien en la última fila que aún no se hubiese enterado se reafirma en El momento Waldo. Esta es la historia de Jamie Salter (Daniel Rigby), cómico fallido que ejerce como titiritero y voz de Waldo, un dibujo animado (por ordenador) de un osito azul que vomita palabrotas con fluidez ejemplar y que tiene una sección de entrevistas a personalidades donde, bajo la excusa de un falso programa para niños, se la clava hasta la curva del recto a los invitados al más puro estilo del Ali G embrionario.
Durante la época de elecciones el candidato conservador es engañado de manera televisada por el peluche digital y los productores, muy a pesar de Salter, quien lamenta en la trastienda el éxito del osezno, intuyen que el éxito de Waldo entre un pueblo británico que ríe sus chistes forrados de escrotos es el abono perfecto para una serie centrada en el personaje. Se decide aprovechar el enfrentamiento con el candidato conservador y perseguirlo por las calles durante su campaña con un plasma gigante desde el que Waldo sigue tirando anzuelos. Y como colofón mediático se presenta seriamente a Waldo como un candidato oficial de las elecciones, es decir, a ese oso azul cuyo argumento de más peso es hacer bailar alegremente su pene virtual ante el populacho.
El momento Waldo funciona y recupera el nivel con un oso azul después de la carrera tras el oso blanco. Juega con un concepto exquisito como es imaginar que en algún momento un dibujo animado pueda recolectar más votos que un político. Tiene a un par de caras conocidas en el reparto (Jason FlemyngPip Torrens), una subtrama con otra candidata laborista que sirve para subrayar al mismo tiempo la soledad y torpeza del protagonista y sobre todo, lo más curioso, construye en el personaje principal un espejo de cierta porción de la personalidad del propio Brooker. Tanto que algunas de las frases y convicciones sobre la personalidad del cómico ficticio que se pronuncian a lo largo del capítulo son sentencias que se le han podido escuchar antes en algunas entrevistas al perpetrador de la serie, cuando se refería a sí mismo.
Nos encontramos con algún momento delicioso: la figura del candidato conservador (curiosamente, más que nada por la ideología política del guionista, el personaje que se muestra más coherente) preguntándose si él mismo es un juguete como Waldo y soltando una frase estupenda: “Puede que sea un sistema absurdo, pero ha construido estas carreteras”.
Y algunas pegas: que la comedia de ficción del propio Waldo esté alejada de Ricky Gervais y más cerca del sinsentido de la palabrota (aunque podría defenderse que ahí mismo reside la gracia) o que haya que aceptar un debate de carácter estudiantil entre los candidatos o ese repentino interés de “la agencia” por todo el tinglado.
También mete la pata en su epílogo; si en Oso blanco lo mejor eran las escenas insertadas en los títulos de crédito, en El momento Waldo estas son un añadido excesivo, con un protagonista reducido y un futuro gobernado por felpa gamberra y policía de porra suelta que en realidad no confiere tanta rotundidad al relato como se cree. De cerrar únicamente con la revuelta de los zapatos headshots la cosa hubiese salido ganando.
Los reflejos:
— ¿Dar el voto a un oso animado ante la pereza de votar a un político? No es la primera vez que la gente se desmarca y la cosa se pone un poco loca. En Italia Beppe Grillo, el hombre que promovía el Vaffanculo Day, actor, cómico, bloguero y attetion-whore. Funda un partido, el MoVimento 5 Stelle, y consigue más votos de los que él mismo hubiese imaginado.
— Stuart Drummond en Inglaterra, se presenta como candidato a alcalde de Hartlepool. El detalle a tener muy en cuenta es que lo hace bajo su disfraz de mono. Resulta que Drummond es mascota de equipo de fútbol y su campaña se basa únicamente en prometer bananas gratis para los niños en las escuelas. De manera increíble y para el descojone de medio Hartlepool resulta ganador pese a no haberse presentado a ninguno de los eventos previos a las votaciones. Algún superior con las pelotas soportando demasiada tensión traga con la votación pero le prohíbe ponerse el traje de mono.
— The best party en Islandia, un partido político de broma fundando por un actor en cuyo programa promete no cumplir ninguna de sus promesas preelectorales, entre las que se encontraron el conseguir un oso polar para el zoo, legalizar drogas y montar un Disneylandia. Y también el partido que acusaba a todos los demás de ser secretamente corruptos al mismo tiempo que aseguraba que ellos serían abiertamente corruptos. En las elecciones de 2010 obtuvo más votos que el resto de candidatos. Y los políticos de vocación de Islandia aún están meando sangre.
— Silvio Berlusconi, el hombre que parece que tiene el pelo pintado en plan dibujo animado para preadolescentes y al que en realidad le gusta pintar sobre preadolescentes. La némesis de la elegancia y la confianza. El Waldo mediterráneo.
— Cualquier otro partido desquiciado de esta lista que haya cultivado al menos un voto.
Black Mirror. Segunda temporada. Menos rotunda que la primera. Brooker sigue teniendo mucha maña pero parece que se haya zampado una pizza de laxantes y pasado una semana en el campo deshojando margaritas, le falta más mala hostia. Esa finura suya de no esconder la mano pero lanzar la piedra a la cara, esa sutileza a patadas que hacía tan potentes los capítulos de la temporada anterior. Sigue brillando lo suyo, y están lejos de ser una decepción. De hecho, y aún con sus imperfecciones, esta segunda vuelta insinúa que los espejos de LCD pueden tener una interesante continuidad. Quizá habría que meter a más guionistas en plantilla y empezar a desatarse por completo. Entretanto, y a la espera de que el futuro nos traiga el triplete perfecto de espejos negros, parece que vamos por la carretera buena.

'Hannibal, el origen del mal', la demolición de un mito


Poco podía imaginarse Thomas Harris allá por 1981 que un personaje creado como secundario para una novelucha policíaca de tres al cuarto llegaría a ser encumbrado como el mejor villano de la historia del cine. Para aquellos que hayan estado hibernando los últimos veinte años, aquella novela era ‘El dragón rojo‘, y su secundario, Hannibal Lecter. La primera adaptación cinematográfica de dicha novela sería llevada al cine por el (hoy) afamado Michael Mann y su suerte en la taquilla sería la misma que la de la novela: ‘Hunter‘ (id, 1986) obtenía unos resultados paupérrimos y quedaba relegada a un olvido más que justificado —como curiosidad, más que conocida, comentar que en el papel de Graham, el agente del FBI protagonista encontramos a William Petersen, el Grissom de ‘CSI’, mientras que Lecter venía encarnado por el gran Brian Cox—.
Siete años después de la publicación de la novela, y dos después de que ‘Hunter’ se estrenara en las pantallas, Harris publicaba la que hasta la fecha ha sido su mejor y más vendido escrito, ‘El silencio de los corderos‘, cuya publicación marca realmente el comienzo de la historia de Hannibal Lecter. Fascinante y aterrador a partes iguales, la participación de Lecter en ‘El silencio de los corderos’ es tanto o más fundamental que la trama de la búsqueda de Buffalo Bill por parte de la agente novata delFBI, Clarice Starling. Bien es sabido que Hollywood no deja pasar un best-seller —y sino que se lo digan a John Grisham— y así es como, cuatro años después de su publicación llegaba a la gran pantalla ‘El silencio de los corderos’ (‘The silence of the Lambs’, Jonathan Demme, 1992) y con ella nacía un mito cinematográfico: Anthony Hopkins. Aunque su reputación como actor metódico y de gran solidez estaba más que demostrada con la gran cantidad de producciones en las que había venido interviniendo desde 1967, lo cierto es que a raíz de su intervención en la cinta de Jonathan Demme, su popularidad subió como la espuma, no siendo ajeno a ello el hecho de hacerse acreedor del Oscar al Mejor Actor de RepartoPrincipal —uno de los cinco que se llevó la magnífica cinta—.
Hannibal el origen del mal 1
Si algo quedaba claro con el éxito monumental de la cinta, era que poco habría que esperar para volver a ver a tan apasionante personaje en acción. Y así fue como, en 1999, veía la luz una nueva entrega en la saga del caníbal. Y esta vez su protagonismo era absoluto. ‘Hannibal‘ volvía a batir récords de ventas ofreciéndonos más violencia, sangre y visceras que su predecesora. De clara vocación fílmica, y escrita casi con esa intención, la novela era llevada a la gran pantalla de mano deRidley Scott un par de años más tarde, y aunque los resultados en taquilla eran los esperados, los de la crítica no fueron tan benevolentes y la cinta fue vapuleada por su parco sentido del ritmo, la falta de un guión con más garra, y el innecesariamente salvaje clímax final —por no hablar de lo estúpido del personaje de Ray Liotta o de la poca adecuación de Julianne Moore en su encarnación de Clarice—.
Y aún así Hollywood no tuvo suficiente. Al menos eso demostró cuando, tan sólo un año después de ‘Hannibal’, se estrenaba ‘El dragón rojo’ (‘Red dragon’, Brett Ratner, 2002), adaptación de la primera novela de Harris en la que se metía mano a la configuración de la misma para dar mayor protagonismo a Lecter. El resultado, un fiasco con una recaudación que superaba por poco la mitad de lo acumulado por ‘Hannibal’, algo que no es de extrañar ya que las presencias de Hokpkins, Ralph Fiennes oEdward Norton se mostraban incapaces de salvar una cinta aburrida lastrada sobremanera por una labor de realización tan efectiva como común. Parecía que ‘El dragón rojo’ dejaba sentada las bases para convertirse en el final de la saga. Pero…
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Hete aquí que Dino de Laurentiis, productor legendario donde los haya e impulsor de todas las cintas de la saga a excepción de ‘El silencio de los corderos’, en conjunción con Harris, decide dar un origen a tan singular personaje, pergeñando entre ambos lo que acabará por convertirse en ‘Hannibal, el origen del mal‘ (‘Hannibal rising’, Peter Webber, 2007), horrible traducción del título original, todo sea dicho. Tras ver la cinta, una única pregunta acude a la mente del que esto suscribe, ¿Por qué?.
Innecesaria, aburrida, monótona, tópica, típica, previsible hasta la saciedad y muchos más epítetos que me dejo por el camino podrían llegar a calificar a una cinta que si algo consigue es destrozar el mito de Hannibal. Hasta este esperpento, la fuerza del personaje radicaba en el misterio que se encontraba detrás de la perversa aversión que el psicoanalista sentía por el resto de la raza humana. Ello se esfuma como si nunca hubiera existido tras acudir al deplorable espectáculo que plantea esta cinta al explorar el creador del personaje los motivos que llevaron a Lecter a convertirse en lo que ya conocíamos. Todo en la producción parte de una concepción errónea y dicho error se extiende como mancha de aceite por (casi) cada aspecto de la cinta: dirección, actores y guión —¿revisaría alguien los diálogos?— hacen gala de una parquedad terrible a la hora de conmocionar al espectador.
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Pasando a vuelo de pájaro por cada uno de estos aspectos, y sin detenerme mucho en ninguno de ellos más de lo necesario, cabría comentar que la dirección de Webber es ramplona, carente de fuerza o personalidad; que los actores cumplen sin más, paseándose como si tal cosa por delante de la cámara, algo que en el caso de Gaspard Ulliel, encargado de encarnar al Lecter joven, resulta totalmente imperdonable dado el caramelo que el intérprete tenía entre las manos; que el guión parece más un borrador que un libreto redactado por el mismo autor de ‘El silencio de los corderos’, con unos diálogos que de imposibles son inexistentes, reduciéndose a frases sueltas que los personajes van espetándose los unos a los otros sin mayores consecuencias.
En fin, que salvo un honroso —que no brillante— diseño de producción y una correcta partitura firmada alimón por Shigeru Umebayashi e Ilan Eshkeri, ‘Hannibal, el origen del mal’ es undespropósito de proporciones descomunales que queda muy por debajo incluso de lo que Mann o Ratner nos ofrecían con sus aproximaciones al personaje. Tal y como rezaba el cartel original de la cinta “Conoces su nombre. Conoces sus métodos…Pero aún no sabes como empezó todo”. “Y ni falta que nos hacía”, añadiría yo.

‘Operación E’, prohibida en Colombia


Una sorprendente y desagradable noticia,. La película franco-española‘Operación E’ y que narra la historia de José Crisanto, el campesino colombiano que se hizo cargo del hijo de Clara Rojas durante el secuestro de esta, se ha encontrado en su periplo internacional con una lamentable sorpresa: La prohibición de su exhibición en Colombia.
Además Clara Rojas ha denunciado que el filme vulnera el derecho de la intimidad a la vez que ha admitido que prepara una película sobre el mismo tema.
De momento la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) ha entrado a valorar esta decisión y no ha dudado en calificarla de inaceptable la censura en Colombia del film protagonizado por Luis Tosar.
‘Esta medida, que ocasionará un grave perjuicio para la comercialización del filme, ha sido adoptada por la justicia del país latinoamericano a raíz de una acción de tutela interpuesta de forma unilateral por Clara Rojas, madre de Emmanuel, el niño nacido durante su secuestro por la FARC y entregado por la guerrilla al campesino José Crisanto Gómez Tovar, en torno a cuya peripecia vital gira el largometraje’, explica la SGAE.
Ante este hecho, los Autores y Editores de la Sociedad General de Autores y Editores lamentan y rechazan rotundamente la ‘vulneración de la libertad de expresión y del derecho a la información a la que se somete al pueblo colombiano, al que se priva con esta decisión judicial de conocer unos hechos que pertenecen a su historia’.
Asimismo, se ha solicitado a la justicia de Colombia que ponga fin a esta injustificable situación y advierte que si la prohibición persiste y la justicia colombiana no permite su difusión en salas y en televisión, se estará‘vulnerando un derecho fundamental recogido en la Constitución del país latinoamericano y será un claro ejemplo de una censura inaceptable en cualquier sociedad democrática’.
Según parece Clara Rojas paralizó el film porque, como así ha declarado, consideraba que este violaba el derecho a la intimidad de su hijo, al que ‘Operación E’ impedía el libre desarrollo de su personalidad.
Operación E’ como sabéis gir en torno al personaje de José Crisanto(interpretado por Tosar), el campesino colombiano al que las FARC confían el hijo de Clara Rojas y que emprende con su familia un increíble periplo.
La conocida como ‘Operación Emmanuel’ fue uno de los más importantes operativos de liberación de rehenes de las FARC, en el que se vieron implicados los gobiernos de Colombia y Venezuela. En el momento en que el mundo entero esperaba la liberación de tres rehenes, las FARC justificaron el retraso por las intensas operaciones militares en la zona. En realidad, habían perdido el rastro del pequeño Emmanuel, el hijo de Clara Rojas que las FARC habían entregado enfermo a un campesino, José Crisanto, para que lo cuidara, casi tres años antes.
A la vez que ha llegado la noticia de la prohibición del largometraje en Colombia, se ha sabido que la propia Clara Rojas planea hacer una película sobre los mismos hechos.
La polémica esta servida, habrá que ver como acaba este triste asunto en la que se ha visto involucrada esta película en donde por encima de estas historias Luis Tosar vuelve dar otra lección más de lo que es una magnífica interpretación.

Crítica de La matanza de Texas: el origen


Bastante me tiene que impactar un film de terror como para captar mi atención durante más de hora y media. Pues bien, este remake-precuela de “La matanza de Texas” lo logra.
Empecemos por partes, han elegido bastante bien el grupo de actores. Entre ellos está el incomparable R. Lee Ermey, ustedes le conocerán por su papel en “Full Metal Jacket” o en otra precuela de esta saga. De los otros actores cabría destacar a Terrence Evans en el papel del tío sureño y a Taylor Handley, que no lo hace nada mal; el chaval hace de rubito americano con miedo al alistamiento militar.
La película tiene algo, algo que es importantísimo en una película de terror: la completa inmersión en la cinta desde que empieza, ya sea por ese ambientillo polvoriento sureño o bien por la música, que es otro punto a favor de esta cinta.
Para ser objetivos, he de decir que siempre he sido bastante seguidor de esta saga y amante de la motosierra, pero esta película logra hacer que creamos estar en los setenta recorriendo el sur de los Estados Unidos camino a México.
Al recorrer su vida desde niño vemos a Leatherface un poco más humanizado, pero no menos violento y eso se agradece bastante. Los efectos son aceptables y hay golpes en la cabeza que te levantan del asiento. Por poner una pega o varias, en el guión hay saltos y tropiezos grandes y también en el hilo argumental, ya que, por poner un ejemplo, apenas abordan la etapa infantil de Leatherface cuando sería un tema cojonudo en este personaje.
matanza texas origen Crítica de La matanza de Texas: el origen¡Ay si voy, con lo que te doy!
Esta película no está a la altura de la segunda parte de “La matanza de Texas” que, en mi opinión, es una especie de incunable del cine de terror donde podemos disfrutar del más violento y alocado Cara de cuero, aparte de la aparición de Dennis Hopper. Pero bueno, tampoco al verla esperaba que estuviera a la altura de esta grandísima película. Aunque la verdad es que es un film bastante aceptable y recibes lo que esperas recibir al visionarlo: sobredosis de sangre y tetazas.
Lo mejor: ambientación en los setenta; historia bastante completa de Leatherface.
Lo peor: que es muy “teenager”.

Las 10 mejores películas de la historia por Roger Ebert


Fue una referencia, una institución, hoy un llorado adiós. Roger Ebert, crítico titular del Chicago Sun Times, padre de la expresión universal two thumbs up, una estrella de la televisión (presentaba el programa At the movies) durante años, y para muchos, el crítico más famoso del mundo, fallecía la pasada madrugada a los 70 años de edad. La lucha con un cáncer que se negaba a abandonarle y algunas muy cuestionables consideraciones críticas menguaron su relevancia, pero el interés que despiertan sus críticas sigue siendo elevado; elevadísimo es el interés que despiertan sus listas de final de año, y más aún si la lista en cuestión, abarca las 10 mejores películas de la historia del cine según su personal criterio

Fue la prestigiosa magazine británica Sight & Sound, quienes tuvieron el detalle de solicitar a los críticos más relevantes de la comunidad cinéfila internacional la confección de tan complejo listado. Pues bien, ésta fue la respuesta de Roger Ebert.
Entre los títulos que seguro, encontraremos en el listado final de Sight & Sound, podemos destacar "Ciudadano Kane""2001""Tokyo Story""Aguirre""Vértigo"o incluso "Apocalypse Now". No fue el caso, sin embargo, de la guinda del señor Ebert, es decir "El Árbol de la Vida" del amigo Malick. Y como bien afirmaba el propio crítico del Chicago Sun-Times, la elección de un posible sustituto únicamente se reducía a "Synecdoche, New York", ya que según sus propias palabras, las dos películas son las únicas que comparten la temeraria ambición de intentar trasladarnos a su particular manera "la historia completa de una vida", añadiendo que "El Árbol de la Vida" es mucho más afirmativa y esperanzadora, y por más que sea consciente de que no hay razones defendibles para anteponer un título sobre otro, es mi elección. De todas formas, confeccionar esta lista, resulta esencialmente imposible" .
Todo ello para acabar confesando que "otro de los principales motivos para poner un título que significa controversia, esta siempre el motivo de la propaganda: los críticos añden este tipo de títulos esperando captar la atención de los lectores y colegas. Para el 2012, supongo que este es mi título de propaganda. Creo que es una película importante y aumentara status con el paso del tiempo". En fin, propaganda o no, despedimos a Roger Ebert con las 10 mejores películas de la historia según su ilustre opinión.
Apocalypse Now (Francis Ford Coppola)

Aguirre, la cólera de Dios (Werner Herzog)

Ciudadano Kane (Orson Welles)

La Dolce Vita (Federico Fellini)

El Maquinista de la General (Buster Keaton)

Toro Salvaje (Martin Scorsese)

2001: Odisea en el Espacio (Stanley Kubrick)

Tokyo Story (Yasuhiro Ozu)

El Árbol de la Vida (Terrence Malick)

Vértigo (Alfred Hitchcock)